Atención al cliente de lunes a viernes de 8 a 15 h: (+34) 958 80 05 80 · comunicacion@editorialgeu.com

¿Qué le pasa a mi hija? En busca de una respuesta

Valeria Kiselova

Valeria Kiselova

Nuestra niña empezó a andar muy tarde. Al principio, nuestra primera preocupación fue que no caminaba. En aquel momento nos atendía una mutua, y su pediatra nos sugirió que fuéramos al neuropediatra. Mientras esperábamos la cita, empezó a andar. Tenía 18 meses. El neuropediatra nos dijo que no le preocupaba esto, sino que había otras señales de alerta. No nos dijo cuáles, sin embargo nos sugirió que llevásemos a nuestra niña a la guardería a ver si se espabilaba.

Estuvimos de viaje. En él empezaron cambios inesperados: la niña dejó de comer todas las comidas, solo quería patatas fritas, chorizo y chocolate. Dejó de hablar (antes, de vez en cuando decía algunas palabras en ruso y otras en español) y tenía muchas rabietas. En general, era muy difícil entenderla.

Al regreso del viaje, empezó con la guardería. Nuestra hija tenía un comportamiento diferente: no se sentaba al lado de otros niños para desayunar, no respondía cuando la llamaban, en las fiestas intentaba huir de tanto ruido y gente. También le gustaba mucho saltar y andar en círculo cuando estaba aburrida. Veíamos que algo estaba pasando. Pero de todos modos nuestra hija nos parecía muy inteligente, quizás más inteligente que cualquier niño de su edad, ya que tenía precaución por todo y mucho sentido del peligro. Andaba siempre con mucho cuidado.

Pasó tiempo hasta que fuimos de nuevo al neuropediatra, porque nuestra niña no hablaba y me llamaba mucho la atención que no señalara, no pedía, no soportaba que le leyera cuentos, saltaba mucho y se reía sola. Nos hizo un test y el médico en sus recomendaciones escribió: “iniciar atención temprana”. No explicó con detalles lo que era eso, qué significaba. Solo nos contó que «allí» había logopedas y psicopedagogos. Tampoco nos dio un diagnóstico.

No entendía nada. Busqué información por internet. Llamamos a nuestra mutua por lo de “atención temprana” y nos pidieron que concretáramos a qué médico queríamos ir o qué servicio específico queríamos, porque no tenían nada con ese nombre. Volvimos a hablar con el neuropediatra y nos dijo lo mismo, que buscáramos “atención temprana”… que si estuviésemos en la Seguridad Social … Pero no nos dio pautas concretas a seguir.

Nuestra hija tenía 2 años y seis meses, no sabíamos a dónde ir ni qué hacer. Entre todas estas citas perdimos tiempo, tiempo que -aunque no éramos conscientes entonces- era muy valioso. Seguíamos sin entender qué era la atención temprana ni por qué nuestra mutua no sabía lo que era si aquello era tan bueno e importante. Era una situación angustiosa, porque sospechábamos que tenía TEA después de navegar por internet con frases claves tales como: no señala, no habla, no mira, etc. Necesitábamos ayuda… Pero ¿a dónde ir?

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies